La Exposición Universal de París en 1855 se quedó en el umbral, en su nueva tentativa de renovación. Ocho años después Manet quiebra el realismo tradicional cuando presenta sus primera obras (a los 30 años) con “Música en la Tuillerries” o “La merienda en el pasto”; se le criticó como Inconvenientes; una manera anti-académica de pintarlos; sin contornos lineales. El público se rehusaba aceptar la idea de que la realidad, descrita tal como se veía, fuera un sujeto bastante noble para el arte. Éste rebelde, junto a otros, desencadenan la revolución del color.
Julio Gaete Ardiles, es un pintor reservado, sensitivo y con una independencia absoluta de su arte; que raspa el Cubismo, Fauves, Abstracto y Surrealismo. Dándose cuenta que el arte comienza donde termina la razón. No en una forma brutal darle posicionamiento a los colores violentos; sugiere en nuevos acentos que traerá mucho interés de críticos y curadores de arte. Sin piedad e impertinente irrumpe en este mundo enloquecido, en su constante búsqueda en todo lo vago y misterioso que encierra lo desconocido. Contrariamente al Cubismo estético de Braque o Picasso, Julio no deja de buscar el ritmo, la musicalidad y energía traída del infinito e universal, armando su propia Leyenda.
La revolución en el arte de la pintura ha tenido obligadamente su mutación. Y del surrealismo puedo decir que Julio ha pasado al “Post-Surrealismo”. Con su estilo propio “no rompe la realidad” como lo hicieron Dalí, Klee, Miró, etc.
Julio sabe que nuestras viejas culturas precolombinas fueron desarraigadas de América Latina con el emigrante español. Y la cultura, como la moda, los muebles y los estilos de arte, llegaban desde Europa. Hemos tenido muy buenos pintores, pero ninguno genio, porque en vez de mirarnos a nosotros mismos, no se dejan de mirar hacia el otro lado del Atlántico.
Matta es el único posiblemente entre todos, que se dio a conocer en el extranjero, después de haber viajado por Europa, estudiando sobre el surrealismo para recién exponer a los 32 años obras surrealistas.
Al mirar sus telas, me pregunto y respondo que Julio es digno de darse a conocer fuera de sus países de cobijo. Sin existir André Bretón, sin excitarle ni exaltarle París o Nápoles como a otros, que han terminado cadáveres arrastrando sus telas.
Jerarquía de Cronos
Julio es un pintor joven de edad, pero su obra pareciera que tuviese más de 50 años de un trabajo solitario, contemporáneo y futurista inspirado en su realidad pasada y cotidiana, sin ser fantochísimo y ridículo como Dalí. Su pintura es moderna sin caer en lo dramático y angustiada; es un paréntesis de extraordinaria e inimitable alegría.
El Fauvismo exaltó el color, el cubismo liberó la forma del color, el surrealismo emancipó el fondo; tres grandes revoluciones que al parecer son incompatibles y que Miró intento juntar. Julio, ha realizado una armonía perfecta de los tres reinos, un matrimonio de amor y razón, atrincherado con la realidad de America Latina, pero comunicado con el universo.
Interesante es también, parte de su pintura tiene una protesta como continuidad del “Grupo CoBrA” (“Copenhague, Bruselas, Ámsterdam” 1948-1951), que se marcan como objetivo aprovechar la libre expresión del inconsciente, sin la interferencia ni el control del intelecto. Estas premisas hunden sus raíces en el surrealismo, así como la violencia cromática, el dinamismo y el acento en el proceso. Desligándose del Realismo Socialista y Comunista.
Julio Gaete Ardiles, se proyecta como un gran pintor moderno de América Latina, viviendo intensamente su arte, sin preocuparse ni del público ni de los críticos o moralistas. Aún es temprano para anunciar, que con él vendrá de nuevo una gran explosión en la pintura.
1 comentario:
Más que Manet, estas intervenciones picturales podrian relacionarse intelectualmente con Pollock, Raushenberg y por consecuente con el Expresionismo abstracto, picturalmente y temporalmente más cercano que un post impresionismo como lo fué el puntillismo.
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