viernes, 25 de marzo de 2011

Mario Artigas Contreras: Frederic Mistral y la Provenza, Homenaje.


Escritor francés en lengua occitana o provenzal, Frédéric Mistral nació en Mailane el 8 de septiembre de 1830. Miembro de la Academia de Marsella y Premio Nobel de literatura en 1904. Compartió el Nobel con el escritor español José Echegaray y Eizaguirre. Frédéric Mistral murió en Mailane el 25 de marzo de 1914.

En 1854 fundó junto a otros escritores la Félibrige, una sociedad decidida a revitalizar el uso de la lengua provenzal. Le otorgaron, por su poema pastoral Mireya (1859), el premio de poesía de la Académie Française. Escribió y compiló un diccionario provenzal-francés (1878-1886) además de varios volúmenes de poesía, entre los que cabe destacar Las islas de oro (1876) y el poema dramático La reina Joan (1890).

Obras:

El poema del Ródano.
• Mireio (Mireya) (1859)
• Calendau (1867)
• Lis isclo d’or (La isla de oro) (1875)
• Nerto (1884), relato
• La reino Jano (La reina Joan) (1890), drama
• Lou pouemo dou rose (1897)
• Moun espelido, Memori e Raconte (1906), memorias
• Discours e dicho (1906)
• La genesi, traducho en prouvençau (1910)
• Lis oulivado (1912)
• Lou tresor dou felibrige (1878-1886)
• Proso d’Armana, póstumos 1926-1927-1930

Estando en el internado en Avignon, mientra asistía con sus compañeros a cantar los Cánticos Sagrados. Mistral se dedicaba a escribir en un papel que guardaba dentro de su misal. Ahí comenzó a traducir en versos provenzales, los salmos de la penitencia. Absorto en lo que estaba, fue sorprendido por su inspector, quien rápidamente le quitó las hojas sin interrumpir la ceremonia. Más tarde el señor Roumanille, lo interpeló delante de sus compañeros:

-¿De manera, mi pequeño Mistral, que te entretienes haciendo versos provenzales?
-Sí, a veces –confesó el pequeño, esperando un castigo.

Pero el maestro en lugar de enfadarse, comenzó a recitar los maravillosos poemas escritos en el lenguaje de su País. También sorprendido por el actuar de su profesor. Estupefacto, el joven Mistral escuchó los versos compuestos por su profesor. Entusiasmado, irradiaba de felicidad. Había nacido su vocación: “Esta era el alba que mi alma aguardaba para despertar a la luz”, dijo más tarde. Esta vocación poética fue concebida desde la infancia de Mistral. Y su profesor se convirtió en un buen amigo. Que a los años le escribiría dando su bachillerato en Nimes. –Con razón dicen que Dios es una buena persona. ¡Me recibí de bachiller! Estoy feliz, me voy a dedicar al campo, en la granja de mi padre.
En el verano de 1848; hizo durante varios meses la vida de los campesinos. Se sintió dichoso, se daba cuenta de que la poesía de la tierra sólo podía celebrarla con el lenguaje de su país. Comenzando a formarse en su mente, cántico a la gloria de Provenza, los versos de la “Cosecha”, especie de Geórgicas del terruño.

Pero su padre no tenía ninguna intención de que su hijo fuese campesino. Así que maese Francisco fue enviado a Aix a estudiar derecho. Después de terminar sus estudios para ser abogado o notario, la situación cambió de rumbo. El había trazado su destino. Estaba resuelto a resucitar la Provenza a través de su lenguaje. –“Devolveré la vida al provenzal por el influjo y la llama de la divina poesía”.

Llegando a su lar, de inmediato se junto con su amigo y ex profesor Roumanille. En torno a él, jóvenes inflamados, poetas ávidos de cantar como Aubanel de Avignon, Bellot de Marsella, Costel-Blaye de Cavaillon, Crousillat de Salon, Mistral de Maillane. Una juventud enamorada de su país que logran editar una antología el año 1852. Mistral, publica Diez poemas firmados por él y titulados “Li Provençale”. El pueblo empieza tomar contacto y admirar estos nuevos trovadores, que en el lenguaje de sus antepasados, cantan músicas nuevas. Un día en el Salón de la Alcaldía participó un muchachito de quince años, que estuvo mudo de admiración, nada menos que Emilio Zola.

El nombre de Mistral comienza a retumbar en París y en general en toda Francia y en Europa. Vuelve a su Maillane, pero París viene hasta él. Descienden de las diligencias personajes con nombres retumbantes: Barres, Daudet, Bizet. Hasta Charles Grounod que llegó a proponerle una ópera que llamó “Mireille” (Mirèio) -a la que dedicó ocho años de esfuerzos. La publicó en 1859. En oposición a lo que hubiera sido la ortografía habitual, que debiera haber sido Mirelha, Mistral debe ceder a la imposición de su editor, Roumanille, y optar por una grafía simplificada, que desde entonces se llama "mistraliana", en oposición a la grafía "clásica" heredada de los trovadores. Mireia cuenta el amor de Vincent y de la bella provenzal Mireia- El poeta se emociona y feliz llora de alegría. Es una obra comparable con Romeo y Julieta, por la riqueza de sus textos y la fuerza de los sentimientos.

En 1854, los “Félibrige” nacieron durante un banquete de poetas, en el castillo de Font-Segugne, de propiedad de Giers, notario de Avignon. ¡Los Félibriges! Mistral encontró ese nombre en un cántico antiguo. No saben bien su significado, pero es sonoro, bonito. A este grupo se le aceptó a poetas Catalanes expulsados de España por Isabel II.

Mistral acaba de casarse y tiene el cetro de este Imperio. Reina y gobierna. Publican su almanaque “L`Armanach Pouvencau”. Es un triunfo.

Mistral construye el Museo Provenzal de Arles con el dinero que recibió del premio Nóbel en 1904. Decía Mistral: “El dinero que viene de la poesía debe retornar a la poesía”.

Mistral no desea volver a París y rechaza también la Academia. Y ésta, como París, también va hacia él. En 1909, cuando cumple 80 años sus compatriotas deciden erigirle una estatua, el vizconde Eugéne Melchior de Vogué, en nombre de los Cuarenta, le dice: “Usted no ha querido llegar hasta nosotros, pero no por eso los miembros de la Academia Francesa dejan de considerarlo su colega del sol”. Me han dicho en París: “Vaya a besar a Mistral de parte nuestra, porque es de los nuestros… Vaya y bese el vestido de “Mireille”, de esta hija de Provenza, porque es hija de Francia, de toda Francia”.

En mayo de 1913 tuvo lugar un apoteósico homenaje en las fiestas Felibresas de Aix, a éste anciano poeta. A la salida del Salón de los Estados de la Provenza, los estudiantes desengancharon los caballos del coche gritando: “Los dioses no pueden ser arrastrados por bestias. Sólo los hombres son dignos de llevarlos”. Y un grupo se invistieron al carruaje en lugar de los animales.

Después de inaugurar una campana grabada por un lema de él (Fa Ca CAOUD). Se sintió mal y muere un 25 de marzo. Lo sepultaron en una tumba que él mismo se había hecho construir: una reproducción exacta del pabellón de la Reina Juana, que existe en Baux.

En ese pequeño cementerio de Maillane, en su mausoleo está el epitafio escrito por él:

Esta es la tumba del poeta;
Poeta que compuso cantos para una linda Provenzal;
Que llamaban Mireille,
Pero su nombre sólo lo recuerdan,
Los grillos pardos en sus canciones.