domingo, 28 de marzo de 2010

Señor Luciano Cruz-Coke, Ministro de Cultura

De nuestra consideración,

El jueves 12 de Julio del 2007, un grupo de escritores y escritoras llegamos a la calle San Camilo de Santiago y subimos al séptimo piso para reunirnos con la Presidenta del Consejo de Cultura, la señora Paulina Urrutia. Llevábamos una carta titulada La crisis de la cultura nacional. La infelicidad permanente, firmada por más de 300 escritores y que reflejaba un profundo malestar. En la ocasión le planteamos a Paulina Urrutia los puntos de las erróneas políticas públicas que afectaban de modo alarmante a las escritoras y escritores chilenos y a la literatura en general. Era nuestro interés establecer una plataforma que abriera un real debate nacional sobre una nueva institucionalidad para el libro. Los asuntos del libro radicaban, según nosotros, en una institucionalidad que no beneficia a los escritores. Desgraciadamente, no obtuvimos mucho de aquella reunión.

Es nuestro interés representarle a usted, en su calidad de Presidente del Consejo de la Cultura y las artes, cuales son los puntos centrales de la mala calidad de la actual institucionalidad del libro y los mecanismos para solucionarlos.


1. La ley 19.227 no prioriza a los escritores

La ley del Libro de 1993 fue elaborada por sociólogos y periodistas, y que, a través de los años, constituyeron un patriciado jurídico-político. La aprobada institucionalidad se preocupó del soporte, principalmente el libro, y no para estimular centralmente la producción literaria de los escritores chilenos. La ley no se hizo para tutelar la literatura.

2. El Fondo del libro no es para escritores

La ley del Libro en su artículo tercero aprueba la creación del Fondo del libro. Pero, contrariamente el Fondo de Libro no es, como se cree, y como se ha hecho creer, para escritores. Aquí reciben mucho apoyo económico los libreros, las universidades, las editoriales, las municipalidades y otras organizaciones privadas y públicas. Por ejemplo, el Fondo del Libro ha entregado muchos millones durante todos estos años a la Cámara del Libro, una asociación privada de vendedores de libros. Lo mismo ocurre con las municipalidades, universidades y las editoriales. Del mismo modo recibieron millones la Gendarmería y la Fundación Centro Cultural Palacio De La Moneda, cuya presidenta era la misma Paulina Urrutia. ¿Cuánto reciben los escritores? El Fondo del Libro otorga becas de creación a escritores profesionales por un porcentaje mínimo de alrededor de un 8% del presupuesto anual del Fondo.


3. Nula representación de los escritores en el Consejo del Libro

La ley creó un Consejo del libro. Ese consejo, donde se deciden los fondos, tiene cinco representantes del gobierno ( la Presidenta del Consejo, la representante del Presidente de la República , la Directora de Bibliotecas, Archivos y Museos, un representante de la Ministra de Educación y el Secretario Ejecutivo del Fondo del Libro). El resto son representantes de gremios. Según la ley, deberían participar en el consejo “Dos escritores designados por la asociación de carácter nacional más representativa que los agrupe”. Pero, en la actualidad participan en el Consejo dos representantes de la SECH , una estructura tan muerta y calcárea como el latín.

4. La ley del libro no tiene un Reglamento adecuado

La ley permite que los que aplican la ley, el Consejo y sus funcionarios, actúen de modo discrecional, con la potestad para cambiar todos los años las bases de los concursos, y los montos asignados a diversas áreas. Tampoco el reglamento contempla ninguna norma expresa para elegir los jurados de los fondos, las becas y los premios. De ese modo, los jurados han sido definidos a gusto de la autoridad política. Una mala ley con un pésimo reglamento.

Así, la actual situación institucional favorece el funcionariado-político, que permite el manoseo y el clientelismo y que no está adecuado a los tiempos. El Estado chileno perdió el rumbo con respecto a los escritores y la literatura. El IVA a los libros es impresentable. El país es muy tacaño con sus escritores. Por eso es que La ley del libro debe ser reformada y los escritores deben tener una amplia participación en su reformulación.

Le deseamos suerte en el desafío que hoy usted asume como Presidente del Consejo del Arte y la Cultura.

Del mismo modo, espero que usted escuche estos planteamientos y se abra a la reforma inmediata de la Ley del libro, por el bien de la literatura y el lenguaje.

Se despiden cordialmente los escritores,

Omar Pérez, Andrea Jeftanovic, Carmen Gloria Berríos, Teresa Calderón, Sergio Badilla, Mario Artigas, Fesal Chain y Malú Sierra.

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